Méndez Vigo Barcelona

Historia viva

El pasaje Méndez Vigo, construido en 1868, es uno de los más emblemáticos del Eixample junto al de Permanyer. Ambos constituyen el mejor ejemplo de pasaje a la inglesa consistente en casas de planta baja y piso con amplios jardines. Son los dos únicos pasajes que se han mantenido fieles a la idea original por lo que se refiere a la altura, estilo de las edificaciones, y ancho de la calle.

La parcela número 4 del pasaje, había permanecido sin edificar durante años así que construir un nuevo edificio contemporáneo en un entorno tan especial, y encajar en ese contexto constituía un auténtico reto.

La propuesta formal consiste en un edificio respetuoso con el entorno: un volumen sencillo, elegante y neutro. El edificio se define como un elemento cúbico que levita sobre el nivel de planta baja. Una caja de hormigón aligerado con dos caras de cristal, que contiene tres plantas de altura con una vivienda por nivel.

La planta baja con un cerramiento continuo de cristal, se retranquea respecto al volumen de las plantas piso. Totalmente transparente y abierta al exterior, contiene el vestíbulo de acceso. El exterior forma parte de este espacio, acabado con pavimento de piedra natural. La planta sótano situada en el nivel inferior se destina a aparcamiento.

Las plantas piso tienen la misma distribución, que se define como una planta abierta y con vistas al exterior por las cuatro fachadas. Se propuso una que posibilitara diferentes usos. La planta rectangular del edificio se dispone en tres franjas de funciones, donde los espacios parten de la posición del núcleo vertical de comunicaciones y servicios que constituye la franja central. Este recorre todas las plantas incluyendo en su interior el ascensor, la escalera, los baños y el resto de los espacios de servicio; su presencia es enfatizada tanto interior como exteriormente como un prisma de piedra gris oscuro.

Y así llega a la cubierta, conformando la caja de la escalera, además de albergar los vestuarios, los aseos y dar acceso a la terraza solárium y a la piscina longitudinal desbordante por uno de sus costados. Estos elementos, se retrasan respecto a la ocupación en planta de la cubierta para garantizar la intimidad del usuario y la continuidad del skyline del pasaje

La visión desde el pasaje del edificio es la de un volumen flotante de hormigón blanco, cristal y madera, soportado por un potente elemento vertical que se ancla al terreno. Las fachadas se resuelven con pocos materiales: cristal, hormigón, piedra natural y madera. Cada una de las cuatro fachadas es diferente ya que responden a necesidades o usos distintos, pero siempre mantienen una unidad formal o criterios compositivos.

En el diseño interior, el objetivo fue reflejar los aspectos de simplicidad, continuidad y potenciación del núcleo central.

Se puede decir que más que un proyecto, este fue un auténtico reto: encajar en un contexto histórico que es patrimonio de la ciudad.