Hotel Ohla Barcelona

Vanguardia y pasado

Ubicada en una esquina emblemática del barrio de Ciutat Vella de Barcelona, la casa de Heribert Salas (1926-2011) construida en 1926, nunca se pudo considerar como un proyecto acabado. El encaje del que se consideraba un edificio moderno en el tejido del barrio dejó heridas que han tardado más de 80 años en cicatrizar.

Mientras tanto, esta esquina estratégica ha tenido múltiples usos: grandes almacenes que acabaron dando nombre al edificio (el primer gran almacén nacional, Casa Vilardell), comisaría de policía... y ahora, un hotel.

El proyecto de desarrollo de una propuesta de hotel para este edificio significó un reto y una oportunidad de acabar el cosido de la Via Laietana con la calle Comtal, que en su día se había dejado sin solucionar.

Sin embargo, el uso hotelero en el siglo XXI tiene poco que ver con un edificio de viviendas del siglo XX, y el encaje de un programa complejo, junto con la necesidad de conseguir un mínimo de plazas de aparcamiento demandan el derribo del existente, conservando lo necesario: la fachada.

Así, gracias a una estructura portante que deja la fachada suspendida en el aire durante un año, conseguimos dotar al conjunto de 3 plantas subterráneas: una destinada a salas de convenciones y servicios hoteleros, una de aparcamiento, y una tercera para depósitos de agua.
El resto de plantas se articulan alrededor de la escalera principal, que conserva el trazo del original, y da cabida a un restaurante y a un bar en la planta baja; la recepción y un restaurante en la planta altillo; y 72 habitaciones distribuidas en 6 plantas.

La cubierta queda dividida por una logia coronada por una cúpula que acoge una gran suite con una impresionante terraza y una piscina cerrada por dos laterales por paredes de vidrio. Una quinta fachada con vistas espectaculares de la ciudad de Barcelona a 360º.

Uno de los aspectos más interesantes del proyecto es el diálogo que se establece entre las dos fachadas: la neoclásica sobrecargada y limpia de la Via Laietana con la de nueva construcción, sencilla y oscura, en la cara posterior de la calle Comtal.

Con el objetivo de crear un punto de referencia en la ciudad uniendo arte y arquitectura, buscando un discurso que vaya más allá del simple hotel y continuando con el hilo argumental entre lo existente y lo contemporáneo, contactamos con Frederic Amat para que haga una intervención: un muro de ojos que actúa como un ejercicio de acupuntura que se escapa de su ámbito inicial para unir las dos fachadas. La suma de arquitectura y arte da como resultado un edificio con una personalidad única. El modelo Barcelona en todo su esplendor: respeto al pasado, pero innovación en el producto final.

El contraste entre opuestos se traslada al interior del edificio. En las habitaciones, por ejemplo, el contraste se lee en diversos planos: por un lado, lo suave y cálido del área de los dormitorios contrasta con el oscuro y duro de los baños.

El resultado final cierra un proyecto de 5 años que busca la transcendencia más allá del concepto hotelero y que, en tiempos difíciles, apuesta por el equilibrio entre calidad, vanguardia y respeto al pasado como claves de futuro.